Viaje a la India

_1050126.jpg_10502352.jpgViajar a la India es un rite de passage obligado para cualquier instructor de yoga que se precie. En mi caso, se trataba del tercer intento, ya tengo en mi pasaporte otros dos visados anteriores que por diferentes motivos nunca pude utilizar. Pero este verano del 2008 por fín iba a cumplirse el sueño. Tengo que reconocer que no ha sido propiamente un viaje de yoga. Para empezar no fui ni a Rishikesh ni a Mysore, las mecas del yoga. No tenía demasiado tiempo, sólo cinco semanas, y tenía mucho interés en conocer Dharamsala y Ladakh. Dharamsala es la sede del Gobierno Tibetano en el exilio, y de muchos miles de tibetanos que escapan de la ocupación china para establecerse cerca de su líder, el Dalai Lama, en un lugar donde pueden hablar su idioma y practicar su religión libremente, algo que está prohibido en su propio territorio. Ayudar a Juan en su reportaje sobre los ex-presos políticos me sirvió para conocer más sobre las violaciones de los derechos humanos por parte del Gobierno chino. Fue muy emocionante escuchar los relatos de estos ex-presos, en su mayoría monjes o monjas budistas, que han sufrido años de cárcel y torturas por participar en demostraciones pacíficas. Hay más información en la página de Juan: www.juansierraphotographer.com

En Dharamsala hay cantidad de escuelas de yoga, yo estuve asistiendo a clases con Rishi, un profesor nepalí, y aunque son clases muy diferentes a las que hacemos en occidente, me gustó poner en práctica otras posturas y sobre todo, la vista de las montañas desde el yoga shala.

También en Dharamsala hice un retiro de Vipassana, una experiencia dura pero super recomendable. Durante el retiro, después de meditar sentada durante horas y horas, saboreé como nunca el placer de estirarse en posturas de yoga. Pienso que la técnica de meditación Vipassana, «de atención plena», es totalmente compatible con el yoga; aunque no con otras formas de meditación que suelen utilizarse en yoga (visualizaciones, mantras, etc.), y te pone en una difícil posición de elegir entre una y otra.

Después de salir del Vipassana, Juan y yo nos embarcamos en el larguísimo viaje a través de las montañas para llegar a Ladaks, esa zona del mundo donde la tierra se acerca al cielo. Una vez acostumbrados a la altitud, pudimos empezar a disfrutar de los paisajes, de los monasterios budistas y de la tranquilidad de este territorio y de esta gente, cuyo saludo, «Jule», pronunciado con genuino amor y amabilidad hasta cuando se dirige a un extraño, se ha convertido para mí en sinónimo de buena actitud y alegría de vivir. A pesar de haberse convertido en un importante destino turístico (para amantes de la montaña y israelíes desintoxicándose del servicio militar, Ladakh todavía se muestra como un lugar «genuino», ynos hace soñar con lo que es, o podría ser, una vida sostenible, en comunidad y en contacto con la naturaleza (incluída la naturaleza humana!).

Dejar la India siempre es un poco un anticlimax, nunca has tenido tiempo suficiente para vivir y expermientar tantas cosas; pero el verano se acaba y la semana que viene regreso a Marruecos para seguir llevando grupos a disfrutar del océano, a aprender a hacer surf y a practicar yoga.

Espero escribiros desde allí.

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