Esfuerzo

Esto puede sonar demasiado vehemente, pero cada vez estoy más convencida de que el esfuerzo es absolutamente contra-producente en el yoga. A no ser, claro, que el esfuerzo que hagamos sea para liberarnos de nuestros prejuicios, ideas sobre lo que está bien, competitividad y juicios sobre nosotros mismos. Estos son los obstáculos que aparecen una y otra vez en nuestra práctica y que, noticia, no se eliminan a base de tirar más o más fuerte; se eliminan a base de precisamente lo contrario: de soltar, de aceptar. Eso no quita para que dos cosas sigan siendo imprescindibles: uno, la disciplina (de ponerse a ello, cada día, aunque sea simplemente sentarse y respirar) y dos, la presencia (estar completamente atento a lo que estamos haciendo). Disciplina y presencia, sí; esfuerzo, no (o no estoy tan segura).

La idea de esfuerzo, como algo que cuesta, que es pesado, y que hacemos porque supuestamente nos va a reportar un bien ulterior, está demasiado arraigada en nuestra mentalidad judeo-cristiana. Aplicarla al yoga es privarnos la posibilidad de probar otra manera radicalmente distinta de hacer las cosa. Te lo vas a perder?

Publicaciones Similares