Empieza por los pies

Me fascina observar los pies de la gente. Con la llegada del buen tiempo, las sandalias me permiten recrearme en la contemplación de esas curiosas partes de la anatomía humana. Tan diferentes, tan personales, tan llenos de historias.

Yo, que tengo unos pies alargados y no especialmente bonitos, ando descalza siempre que puedo, mucho mejor si es en la playa, pero también sobre el suelo de mi casa o la hierba del parque.

A veces hay alumnos en las clases de yoga que se resisten a quitarse los calcetines, y me da la impresión de que se están perdiendo algo importante. Además de desaprovechar la oportunidad de estimular la inmensa capacidad sensitiva de las plantas, pierden información propioceptiva (la propiocepción es el sentido que nos da información sobre nuestra propia postura y movimiento) que es básica para el alineamiento en las posturas. La posición de los pies guía a las rodillas y a las caderas, las posturas de pie se construyen de abajo a arriba.

Suelo repetir en mis clases que los pies son nuestras raíces, nos anclan a la tierra y son nuestra conexión con ella. Por ello, y por su papel en la alineación de todo el cuerpo, como ya hemos visto, es fundamental apoyar los pies correctamente: básicamente, el peso repartido de forma equilibrada entre las 4 “esquinas” de los pies: la masa carnosa junto al dedo gordo, la masa carnosa junto al dedo meñique, talón interior y talón exterior. El segundo dedo (el primer dedo es el gordo) en línea con el tobillo. Un reparto de peso irregular forma una base inestable, esa inestabilidad afecta a toda la postura y se compensará con arreglos indeseados de las rodillas, cadera, pelvis y/o espalda.

Cuando hablo de las 4 esquinas de los pies, observa que no incluyen los dedos: de hecho, en un buen apoyo de la planta podrías levantar los dedos del suelo, si necesitas aferrarte con los dedos de los pies al suelo es que no estás apoyando bien. Levantar los dedos, bien abiertos y extendidos, activa además la musculatura de tus piernas.

Pies firmes sobre la tierra, pero también flexibles. Los pies son muy móviles, están pensados para adaptarse a terrenos irregulares manteniendo el tobillo estable, no dejes que la vida actual atrofie esa maravillosa cualidad: anda descalza, juega a agarrar objetos con los pies, “baila” con los pies en el aire cuando estés tumbado,…

Los pies no son importante sólo en las “posturas de pie”. Por ejemplo, en la “vela” o “postura sobre los hombros” (Sarvangasana), tendemos a subir más alto con el dado del dedo pequeño (que es más fuerte que el lado interno del pie). Observa cómo afecta eso a toda la postura, y como la pelvis parece que se “abre” cuando rectificas y alcanzas hacia arriba con las 4 esquinas del pie por igual.

Ama tus pies, aprovecha que es una de las partes del cuerpo en la que puedes darte un masaje a tí mismo, y explora como la cascada de sensaciones y el bienestar llega desde las plantas de los pies hasta la punta de los pelos de la cabeza.

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