Antropología del Yoga (1)
Os recuerdo que ya está en el aire el segundo episodio de mi podcast de Yoga en español. Escuchalo aquí
Antes y durante mi viaje a India este verano tuve la oportunidad de escuchar varias conversaciones y recomendaciones de amigos convertidos en guías de viaje acerca de la calidad del yoga que me iba a encontrar. Procesando toda esta información, descubrí que parecía haber consenso en dos puntos:
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La enseñanza del yoga en la India puede ser “deficiente” y hasta “peligrosa”, básicamente porque no se han incorporado todos los conocimientos sobre el funcionamiento y la biomecánica del cuerpo que hacen que aquí, en occidente, por ejemplo no forcemos las rodillas de ningún alumno para que se coloque en la posición del loto lo quiera o no.
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Aún así, es en India donde descubres la “verdadera esencia” del yoga, e inevitablemente vas a volver sintiendo que lo que tú enseñas en una sala con parquet y espejos no es más que una patética forma de gimnasia suave sin ninguna profundidad.
La historia que hemos asimilado nos habla del Yoga como una antiquísima técnica para la liberación del individuo (lo que se entiende como liberación según las creencias hinduístas, pues fue en el contexto de esta religión donde nació el Yoga), técnica que casualmente incluye una elaborada práctica física (respiración y posturas) que nosotros, los occidentales, hemos descubierto que poseen terribles beneficios para la salud, con lo cual muy astutamente las hemos traído para casa, dejándonos por el camino todos los acompañamientos espirituales, religiosos y devocionales que de todas formas no íbamos a saber muy bien qué hacer con ellos.
Afortunadamente las historias de los intercambios culturales nunca son tan sencillas. Leo en una entrevista con un Profesor de Antropología americano que ha estado investigando el tema, que el ya Yoga había perdido su cariz espiritual en India muchos años antes de que los occidentales empezáramos a exportarlo.
El profesor Joseph S. Alter ha recopilado información de los últimos años del dominio británico en la India, donde demuestra que el Yoga fue reivindicado por los indios no como una tradición espiritual, sino como una forma moderna de educación física para las masas, eso sí de origen 100% indio. Probablemente los jóvenes nacionalistas indios de los años 20 estaban cansados de la imagen exótica y orientalista que presentaba India como un país de tradiciones misteriosas, y buscaban conciliar su idiosincrasia cultural con el surgimiento de una nación moderna. Incluso Gandhi menciona el Yoga como una forma de que el pueblo esté sano y en forma para el auto-gobierno.
Así que según este estudio, fueron los indios los primeros en desmitificar el Yoga, y hoy en día, se mantiene el interés principalmente enfocado hacia sus efectos beneficiosos sobre la salud por encima de su consideración como práctica espiritual o religiosa.
Otra característica del Yoga en India que difiere de la interpretación que le damos los occidentales, es su uso como método para prevenir y curar enfermedades, muy ligado al Ayurveda, forma de medicina que incluye una concepción del cuerpo y su funcionamiento distinta a la que tenemos en occidente. Los indios del siglo XXI siguen utilizando conceptos del Ayúrveda y el Yoga como terapia, sin que les tiemble el pulso para incorporar conceptos de la medicina occidental que han demostrado serles útiles.
En conclusión, los procesos de intercambio cultural son siempre complejos y muy interesantes. Yo personalmente no estoy interesada en averiguar qué Yoga es más auténtico, cuál es el verdadero Yoga. Por supuesto el Yoga que practicamos en occidente no se parece en nada a lo que practicaban los yogis originarios en sus cuevas del Himalaya, pero como hemos visto lo que practican en India tampoco está mucho más cerca de esas raíces. Y eso no lo descalifica para nada, simplemente se trata de productos culturales diferentes.
Estudiar los orígenes y las causas de estos movimientos y estos cambios es lo que nos puede poner en la pista de cuál es esa verdadera esencia del Yoga, lo que se mantiene y perdura a lo largo de los siglos.